A favor de la distracción

En A favor de la distracción, un delicioso y corto ensayo —en el mejor sentido de la palabra, aquel que podríamos retrotraer al mismísimo Montaigne—, Marina van Zuylen desentraña el malestar asociado a la distracción. Nuestra cultura, nos dice, la odia por la tendencia a “equiparar actividad y valor”. Frente al devaneo libre de nuestra mente, la ideología de la productividad nos impone un ritmo frenético, en el que no cabe espacio para la lentitud o la pereza.

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Como hiciera también Bertrand Russell en su Elogio de la ociosidad, van Zuylen da cuenta de los beneficios de dejarnos llevar. Acudiendo a ejemplos históricos —sin ir muy lejos, Darwin, que acabó por perder cualquier sentido de la estética y convirtiéndose en una mera trituradora de datos—, la autora plantea una sincera apología del divagar, de los lapsus de los cuales tantas cosas maravillosas pueden surgir.

de las Mentes Divergentes...: Cuando la mente divaga...